Viajaba a Castellón desde su casa en Manises (Valencia) y durante el trayecto se cruzó, sobre las 6.15 horas del 18 de febrero de 2001, con otro vehículo en el que viajaban tres personas que circulaban correctamente. El conductor de este automóvil dio un volantazo y se salió de la vía para evitar la colisión.
El turismo, que terminó siniestro total, acabó chocando contra una valla y volcó sobre una acequia, por lo que sus tres ocupantes resultaron heridos.
El conductor que causó el siniestro se dio cuenta después de que estaba circulando en sentido contrario y rectificó su trayectoria para incorporarse de nuevo a la A-7 por el carril correcto. Siguió su marcha hasta que en Almenara (Castellón) , llevado por el sueño, se salió de la calzada por el arcén y fue a parar a un descampado.
El juzgado condenó al acusado a dos años de prisión por un delito contra la seguridad en el tráfico y le privó del derecho a conducir vehículos durante cuatro años, además de fijar unas indemnizaciones para los heridos de 13.732, 121.164 y 12.155 euros.
Contra esta decisión recurrió el acusado porque consideraba que se había producido un error en la apreciación de la prueba y que sólo había sido condenado por indicios. Sin embargo, la sala ha desestimado el recurso.
En la noche de los hechos, el procesado declaró que había bebido y que no se explicaba por qué estaba en la carretera de Castellón.
El arañazo que presentaba en el lateral izquierdo del coche, según se considera probado, concilia con el hecho de que se rozase con un vehículo al circular en dirección contraria. Además, el automóvil del acusado era un todoterreno, un modelo que lesionados y testigos, excepto uno, identificaron aquella madrugada.