TEXTO: JUAN CANO / FOTOS: SUR / MíLAGA
El coche apareció ardiendo una madrugada del mes de julio en los alrededores de Sacaba Beach. La rápida actuación de los bomberos hizo que sólo se quemara el interior del vehículo. Aún podía verse una lata de aceite -que habían rellenado con gasolina- sobre el asiento. Tres horas más tarde, el propietario denunció el robo del automóvil en una comisaría de Sevilla, según fuentes del grupo de Atestados de la Policía Local.
Ese mismo coche, un BMW 323, había tenido un accidente con una motocicleta en la avenida Juan XXIII varias horas antes, con el resultado de dos heridos. En su denuncia, el propietario alegó que «un primo suyo cogió el coche en la ciudad hispalense y se lo quitaron en Málaga cuando se estaba tomando una copa», afirman las fuentes. Después de la inspección ocular, el agente que instruyó el atestado le preguntó al dueño si su primo había lavado el coche durante el trayecto. Contestó que no. Era una calurosa noche de verano.
La lata de aceite
Durante la investigación, acudieron a una gasolinera cercana para esclarecer la presencia de la lata de aceite. El dependiente les dijo que un vehículo de esas características se había llevado una garrafa de gasolina y que, aunque a él le resultó extraño, no preguntó nada, según el policía municipal. Algo no cuadraba. Vuelven a examinar el coche y se dan cuenta que la parte delantera está impoluta. Surge una duda razonable: «¿Cómo ha viajado desde Sevilla a Málaga sin lavar el coche por el camino y no tiene ni un mosquito muerto en el frontal?», dice.
La veracidad del presunto robo quedó a expensas de lo que decidiera el juez, pero el agente dejó bien claro en el atestado que la denuncia era supuestamente falsa en función de las pruebas y las declaraciones que se recabaron. En Málaga, la policía ha detectado 15 casos de fuga y seis de huida con presunta denuncia falsa de robo desde primeros de 2002, según los datos aportados por el grupo de Atestados. En estos casos, los conductores buscan la mejor coartada para librarse de la indemnización o de la retirada del carné tras el accidente, incluso cuando no han tenido la culpa, empujados por la falta de un permiso o por miedo.
En la piel del delincuente
El 'modus operandi' de estos sujetos faltos de escrúpulos se basa en un sencillo pero arriesgado proceso. Circunstancialmente, se enfundan la piel del delincuente común y adoptan los pasos que, en su caso, seguiría éste. «Suelen dañar la cerradura del vehículo para que parezca que han entrado por la fuerza», explica un portavoz municipal.
Este fue el caso de un menor que, sin tener el carné, le cogió el coche a su padre para dar una vuelta, pero cuando circulaba por la carretera chocó con otro vehículo que estaba parado como consecuencia de otro accidente mortal que se había producido unos metros más adelante. Asustado por la situación, el menor se dio a la fuga y tiró el coche por un terraplén después de forzar la cerradura, según explica el agente, y dijo que se lo habían robado. Al examinar el automóvil, los agentes se dieron cuenta de que el asiento estaba a la altura del menor y que los daños en la cerradura no eran los que hubiese ocasionado un delincuente común.
Romper el cristal
También llegan incluso a romper el cristal del coche para demostrar que el 'chorizo' empleó la fuerza en lugar de la maña. Pero algunos llegan a ser torpes. «Un conductor denunció el robo del vehículo después haber tenido un accidente y, al romper el cristal, lo hizo de dentro hacia fuera. No había ni un trozo de vidrio dentro del coche», recuerda el agente de Atestados.
Mención aparte merece la modalidad de robo que cada uno refleja en su denuncia. Sin escatimar en detalles, algunos conductores llegan a simular un falso puente eléctrico para dar credibilidad a su versión, pero la falta de práctica en estos menesteres puede delatarlos. Según un portavoz policial, algunos «tirar de cualquier cable -incluso del radiocasete- para que parezca que el ladrón hizo el puente, pero lo hacen mal».
Las llaves
Ahora bien, cuando el supuesto caco se aprovecha de un descuido para hacerse con las llaves del coche, el rumbo de la investigación cambia y entra en juego el sentido común del agente. En una céntrica calle de Málaga, se produjo un accidente en el que se vio implicado un coche de la marca Mercedes que, a la vista de los hechos, se dio a la fuga, según la versión policial.
El dueño no denunció el supuesto robo hasta que, al día siguiente, la policía interceptó el vehículo aparcado delante de un bar. En su primera alegación, el conductor manifestó que se lo habían robado y, después, declaró que otra persona se lo cogió sin su consentimiento para probarlo cuando él estaba borracho. Incluso, les mostró una pintada ofensiva que el supuesto ladrón le había dejado en el automóvil.
El agente le advirtió de que la pena con que se castiga imputar un hecho a otra persona ante la autoridad es de seis meses a dos años de prisión y una multa de 12 a 24 meses, según el artículo 456 del Código Penal. En el último momento, se retractó de su declaración verbal y no presentó la denuncia.
LLAVES: Cuando el conductor se fuga del lugar sin presentar denuncia por robo, prepara una serie de excusas por si lo pillan. Entre ellas, usan como coartada el robo con las llaves puestas e incluso las pintadas ofensivas.
FUGAS
A continuación se detallan los motivos que, en la mayoría de los casos, empujan a los conductores a darse a la fuga:
Carecer de carné: Es uno de los casos más frecuentes. Puede darse esta circunstancia en conductores jóvenes o en extranjeros.
Sin seguro: Circular sin alguno de los permisos del coche suele ser otro motivo de fuga.
Autorización: En algunos casos, el conductor emprende la huida por haber cogido el coche sin permiso del propietario.
Póliza: Los menos escrupulosos pueden llegar a fugarse para evitar que les suban la prima del seguro. Es poco frecuente.
Miedo: Aunque es el factor común de todas las fugas, cuando el conductor no reúne ninguno de los anteriores perfiles, se fuga por miedo. Suelen arrepentirse.
Fuente: http://www.diariosur.es/pg030521/prensa/noticias/Portada/200305/21/SUR-POR-246.html