"Estamos a la espera de perfilar las instrucciones, de la realización de una ficha para establecer los síntomas. Los agentes ya se están preparando", indicó la máxima responsable en la Comunitat María Dolores Pérez.
La autonomía no podía quedar al margen de este tipo de vigilancia, que ya se ha aplicado durante los fines de semana en otras zonas de España como, por ejemplo, Aragón, Extremadura y Asturias.
El fiscal de Seguridad Vial de Valencia, Pedro Poyatos, ya advirtió en una entrevista a LAS PROVINCIAS de que muchos jóvenes conducen tras haber tomado pastillas y rayas de cocaína. Al jefe superior de Policía de Valencia, Carlos Rubio, también le llamó la atención tras sus primeros meses en el puesto el elevado uso de sustancias estupefacientes.
No todos los que consumen se suben posteriormente a un vehículo, pero sí un porcentaje importante y debido a la influencia negativa de la droga en la conducción se convierten en peligrosas armas al volante. Para ellos, pero también para el resto.
Un dato de la DGT sirve para conocer hasta qué punto las drogas están extendidas entre los conductores: en el 10% de las víctimas mortales de 2006 sus exámenes toxicológicos mostraron la ingesta de estupefacientes.
El director de la DGT, Pere Navarro, ya anunció durante una visita a Valencia, a finales de 2006, que este tipo de controles se pondrían en marcha a lo largo de 2007. Finalmente, será en la segunda mitad de este año cuando se materialice la propuesta de Tráfico.
Los datos de las anteriores experiencias son reveladores. El primer operativo antidroga que la Guardia Civil puso en marcha en España deparó un 8% de positivos. La media de las siguientes pruebas cifró el porcentaje en alrededor del 6%.
La prueba se realiza con un test que detecta en la saliva muestras del consumo de drogas, en concreto, opiáceos, cocaína, anfetaminas y cannabis. No todas, evidentemente, tienen el mismo efecto sobre el conductor, aunque sí está demostrado que alteran la capacidad de control de quien está a los mandos de un vehículo.
El dato de positivos llamó la atención de los expertos porque es mayor que la que se encuentra en los controles preventivos de alcoholemia, que ronda el 2%. Esto no implica, sin embargo, que existan más conductores bajo los efectos de otras drogas que del alcohol. Los datos que se disponen hasta la fecha están muy limitados a un terreno específico -algunas provincias- y en un periodo muy concreto -horario nocturno-.
Los aparatos de saliva no miden la cantidad, como ocurre con los alcoholímetros, por lo que no se puede comprobar científicamente si el conductor está en condiciones de coger el volante.
Los casos positivos, que se detectan a los diez minutos de haber pasado la prueba, deben someterse posteriormente a un examen sintomatológico para medir el equilibrio y la visión, entre otras cuestiones.
Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados, admite el problema de "precariedad jurídica" que presentan este tipo de controles, aunque respalda su implantación. "Así como en el alcohol se establece una tasa (con el alcoholímetro) en el asunto de las drogas no ocurre lo mismo, no está determinado el nivel", explica.
Esto lo que hace es que una vez pasas la prueba de la saliva que, según Arnaldo, te puedes negar porque no está recogida en el Reglamento, debes pasar un reconocimiento médico. Además, "cada sustancia tiene unos efectos, algunas son depresoras y otras estimulantes", por lo que sus consecuencias en la conducción son diferentes.
Durante la revisión, un médico comprueba si existen signos de influencia. Se estudian también otros parámetros como las alteraciones del comportamiento, del lenguaje, del equilibrio y de la capacidad visual, condiciones que afectan a la conducción.
Si el médico considera que la capacidad para conducir está alterada se realiza al conductor un análisis de sangre, que se remite al Instituto Nacional de Toxicología. Los resultados se envían posteriormente al juzgado. El infractor se enfrenta a una pena de prisión de tres a seis meses o a la sustitución de este castigo por trabajos en beneficio de la comunidad.
La mayoría de los magistrados opta por esta segunda vía, que va más acorde con el espíritu de la ley, y porque en caso contrario las cárceles se llenarían sólo con los condenados por delitos de tráfico. Aparte de las penas anteriores, se le retira el carné de conducir como mínimo un año.
El permiso de conducir por puntos cumplió recientemente, el pasado 1 de julio, los dos años de vigencia. Una medida que, junto con la reforma del Código Penal, que entró en vigor en diciembre, ha demostrado su eficacia a la hora de reducir la siniestralidad en la carretera, pero también de retirar a los más imprudentes de la circulación.
Así, hasta la fecha 856 valencianos han agotado su crédito de 12 puntos. Unos 320 ya no disponen de la licencia, mientras para el resto se está tramitando la suspensión. Sin embargo, del primer grupo de afectados llama la atención que hasta finales del pasado mes de junio sólo 62 personas habían realizado el curso para recuperar el carné.