Y ello se decía porque la inseguridad vial y los accidentes que produce, no es sólo una consecuencia de las conductas de los usuarios (que en buena parte puede prevenirse con buena educación cívica y formación vial adecuada), sino que es producto de muchas cosas que sólo pueden manejarse bajo una perspectiva global y final de lo que es el sistema de tráfico viario. Lo que nos obliga a adoptar la teoría general de los sistemas como paradigma o modelo conceptual, a fin de poder tratar el tráfico científicamente, o sea, por sus fines, sus principios y sus causas.
Ahora se tira para adelante con publicar los nombres de los usuarios que se comportan muy mal. Nuevamente (con independencia de lo que tengan que decir los juristas acerca de lo constitucional de la medida), vuelvo a proclamar el café para todos. ¿Por qué?
Pues, porque si seguimos sosteniendo que justicia es dar a cada uno lo suyo, si se decide adoptar una medida para quienes crean riesgo en el tráfico, tendrá que aplicarse a todos los que crean riesgo. No sólo a los usuarios, también a los que crean riesgo al diseñar, conformar y gestionar el tráfico viario.
La mentalidad reglamentista suele ir a cortar los efectos simplificando las cosas y bajo amenaza: si haces esto te hago esto otro. O sea, que no suele tratar las causas, que es lo que provoca que la realidad sea la que está siendo.
Es obvio, que a una persona que se pone de alcohol hasta las cejas y tira al revés por la autopista, le trae sin cuidado que le publiquen el nombre, porque los problemas que dieron lugar a que hiciera lo que hizo, ya son suficientes como para pasar olímpicamente de lo que diga la sociedad, las leyes y los reglamentos. Luego, poco éxito puede tener la medida en lo que a mejorar la seguridad vial se refiere.
Puestos a simplificar las cosas, cualquier día en alguno de los múltiples reglamentos que tenemos, prohibiremos tajantemente los accidentes de tráfico (los fenómenos físicos que se producen como consecuencia de la inseguridad vial). Eso sería llegar a los extremos de lo absurdo, pero me temo que llegaremos si seguimos con esta mentalidad, y no nos ponemos a tratar la seguridad vial como lo que es, como una cuestión técnica compleja y heterogénea, que pese a la carencia de conocimientos que tenemos, podemos mejorarla bastante aplicando lo poco que sabemos, porque la inseguridad vial (y los accidentes que produce), es sobre todo la consecuencia de problemas técnicos sin resolver, incluidas la educación y la formación.
Pero, para eso hay que investigar y reconocer (con la humildad y el desinterés material que caracteriza a la sabiduría), los muchos fallos técnicos que existen a la hora de usar, gestionar y conformar el tráfico viario.
O sea, que al final, es la ignorancia, la dejadez, la soberbia y la avaricia, las causas humanas que sostienen y fomentan la entropía del sistema de tráfico. Y contra eso, señoras y señores, no hay reglamentos que valgan, es un cambio de mentalidad lo que nos hace falta.