Jueves, 27 Mayo 2004 20:59

EL ROTONDISMO FUNDAMENTALISTA

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Artí­culo publicado en el Diario La Verdad y La Verdad Digital.
Tribuna. Edición de Alicante, 26/4/2004.

El rotondismo fundamentalista.

Luis M. Xumini
Experto en investigación de accidentes y seguridad vial.

No, no se trata de una nueva ideologí­a sobre el gobierno de las sociedades (eso que llamamos polí­tica); y tampoco es algo relacionado con el sentido y la realidad del hombre y su existencia (faltarí­a más).
Simplemente, es como un servidor denomina a la moda de cuadrar cruces con cí­rculos, o sea, a una desmesurada afición al paradigma geómetra de la circulatura del cruce, que parece que sea el Huevo de Colón aplicado al tráfico.
Dicho en cristiano: muchos son los que se preguntan a qué santo viene tanta rotonda; por qué los diseñadores viarios nos ponen a dar vueltas como si fuéramos burros en la noria.
Bueno, pues, en principio la cosa tiene sentido. Aunque veremos que en la práctica ya no tiene tanto.
Dada la peligrosidad y los problemas de funcionamiento que viene demostrando la regulación con semáforos (de la que tal vez hablemos otro dí­a), así­ como los problemas que se dan en los cruces e intersecciones tradicionales (de los que también hay para hablar), las rotondas son una de las soluciones a los problemas que plantea la seguridad y la distribución del tráfico que se tiene que cruzar.
Pero, las rotondas hay que diseñarlas y construirlas respetando las pautas que impone su funcionamiento, no se trata simplemente de hacer cí­rculos. Y sólo pueden aplicarse con determinadas condiciones en los flujos de tráfico que confluyen; y si no, el problema tiene que solucionarse con otras formas geométricas. Porque todo cruce o nudo viario que esté desequilibrado, sea cual sea su geometrí­a, siempre es peligroso, crea problemas de difí­cil compensación por los usuarios. Problemas que generan atascos, conflictos y accidentes.
Las rotondas son un gran invento que aún hay que depurar y desarrollar más. Pero, precisamente, por eso mismo no pueden aplicarse como la solución "ideal" a todo cruce de ví­as, por muy bien que los cí­rculos cuadren cruces en los planos.
En tráfico no caben las soluciones estandarizadas, y menos aún en las zonas urbanas, cuya complejidad supera en mucho a la que podemos encontrar en las carreteras.
En esto no funcionan ni los uniformes ni el último grito de "pret í  porter". El tráfico y la seguridad vial es diseño y confección de alta costura. A cada lugar de la ví­a hay que hacerle un traje a medida, que además tiene que integrarse en un desfile de modelos perfectamente conjuntado, que es la red viaria. Y si se nos va un punto o una camisa está mal cortada, no hay rebajas ni devoluciones, alguien se atasca, se va al hospital o acaba en el cementerio.
La utilización masiva y estandarizada de rotondas y glorietas, al igual que está sucediendo con la señalización, los semáforos y otras soluciones "geniales", produce efectos negativos en la seguridad y la funcionalidad del tráfico, los atascos y los accidentes nos comen.
Decí­a Gadamer, que la ciencia es el ámbito en donde no valen las opiniones, sino sólo los razonamientos. Hay que añadir, que no basta con que los razonamientos sean correctos, además tienen que ser verdaderos.
El tráfico viario es un sistema técnico, que da la casualidad que conforma una parte esencial de nuestro habitat (vivimos dentro de él). Por lo tanto, es una técnica empí­rica en la que no caben muchos experimentos en laboratorio.
El mecanismo central del sistema viario, el que controla el movimiento, somos las personas. Y no pueden hacerse las cosas al revés y además pretender que funcionen.
Los usuarios no tienen que adaptarse a las condiciones en las que se tenga a bien hacer las cosas, sino que las cosas tienen que hacerse adaptándolas a las condiciones que la Naturaleza ha impuesto en las personas para controlar el movimiento, el propio y el de los vehí­culos que usan. Y lo contrario va contra las leyes de la Naturaleza, el sentido común, el saber y la prudencia: es un insulto a la inteligencia.
La técnica es la aplicación lógica y prudente de la ciencia, o sea, de los razonamientos correctos y verdaderos. Por ello, no pueden construirse ví­as, cruces, intersecciones y glorietas, ni colocar señales, semáforos y otros elementos en la ví­a y su entorno, sin los razonamientos correctos y verdaderos que lo justifiquen suficientemente, porque hablamos de una técnica empí­rica que conforma y gestiona una parte del lugar en donde todos vivimos, y cuando las cosas fallan nos matan y hieren.
En otras palabras, en tráfico no se pueden hacer uniformes ni seguir modas a la pata la llana, porque después nos salen los tiros por la culata y la sociedad lo tiene que pagar. Y como siempre, tiene que hacerlo con más dinero y contaminación, y lo peor, con más sangre, más dolor y más lágrimas.
Y en eso consiste el rotondismo fundamentalista, en aplicar a piñón fijo la circulatura del cruce, y después? ya veremos qué pasa.
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