(José Manuel PanÍ |Í redacción)
Las carreteras de Galicia no son las de Madrid. Y por eso tampoco son iguales las necesidades de los conductores de uno y otro lado. Los problemas no se ven de la misma forma a más de 600 kilómetros de distancia, y el hecho de que la Xunta asuma las competencias de tráfico supondrá, como mínimo, un plus de conocimiento de la realidad cotidiana de la circulación en la comunidad. Como se ha demostrado en Cataluña, pocos dudan de las ventajas de una gestión del tráfico propia:
Mayor conocimiento de las necesidades.
La gestión directa del tráfico permitirá realizar un diseño más ajustado a las necesidades en materia de circulación. El conocimiento que da la cercanía ayudará a concebir planes de prevención acordes a la realidad de la comunidad, tan dispar en su red de carreteras.
Mejor planificación de las carreteras.
El estudio detallado de los tramos de carretera en los que se producen accidentes ayudará a planificar el futuro de la red viaria gallega y a diseñar unas carreteras más seguras.
Más vigilancia en las vías de tipo convencional.
Trí nsit, (el departamento catalán de tráfico) incrementó la vigilancia policial en las carreteras convencionales la pasada Semana Santa, y logró una cifra espectacular: sólo cinco muertos en su red viaria. Es precisamente en ese tipo de vías donde Galicia tiene el mayor número de kilómetros, y el de accidentes. El 94% de los siniestros con víctimas ocurridos en el año 2002 tuvieron como escenario carreteras de un solo carril en cada sentido y sin mediana de separación. La siniestralidad en autovías y autopistas fue del 2%.
Los cruces mortales.
Galicia es la tierra de los cruces. Cualquier carretera convencional dispone de numerosas intersecciones para acceder a vías secundarias, a caminos, a zonas residenciales. La existencia de estos puntos, más que negros, es uno de los mayores riesgos para la circulación. Los cruces fueron el escenario de casi 500 de los accidentes con víctimas que se produjeron en el 2002 en Galicia.
Distribución más eficaz de los agentes.
Si Galicia tiene uno de sus lunares en los cruces, parece lógico pensar cuanto antes en una alternativa que evite la sangría de los últimos años. Y que sea ahí, en esas intersecciones, donde se centren los esfuerzos de las autoridades autonómicas, si no para eliminar de la red viaria esos puntos negros, sí para establecer en ellos una vigilancia más estrecha (con radares y presencia policial) por parte del futuro cuerpo gallego de tráfico.
Colaboración con los ayuntamientos.
Es una asignatura pendiente en Galicia. Pero en Cataluña ya está en marcha. Los planes del servicio de tráfico de la Generalitat tienen en cuenta a los ayuntamientos a la hora de diseñar campañas de prevención y operaciones salida. No hay que olvidar que en Galicia la mayoría de los siniestros ocurren en trayectos cortos, entre localidades cercanas, en los que tiene suma importancia la colaboración de las policías locales.
Mayor conocimiento de las necesidades.
La gestión directa del tráfico permitirá realizar un diseño más ajustado a las necesidades en materia de circulación. El conocimiento que da la cercanía ayudará a concebir planes de prevención acordes a la realidad de la comunidad, tan dispar en su red de carreteras.
Mejor planificación de las carreteras.
El estudio detallado de los tramos de carretera en los que se producen accidentes ayudará a planificar el futuro de la red viaria gallega y a diseñar unas carreteras más seguras.
Más vigilancia en las vías de tipo convencional.
Trí nsit, (el departamento catalán de tráfico) incrementó la vigilancia policial en las carreteras convencionales la pasada Semana Santa, y logró una cifra espectacular: sólo cinco muertos en su red viaria. Es precisamente en ese tipo de vías donde Galicia tiene el mayor número de kilómetros, y el de accidentes. El 94% de los siniestros con víctimas ocurridos en el año 2002 tuvieron como escenario carreteras de un solo carril en cada sentido y sin mediana de separación. La siniestralidad en autovías y autopistas fue del 2%.
Los cruces mortales.
Galicia es la tierra de los cruces. Cualquier carretera convencional dispone de numerosas intersecciones para acceder a vías secundarias, a caminos, a zonas residenciales. La existencia de estos puntos, más que negros, es uno de los mayores riesgos para la circulación. Los cruces fueron el escenario de casi 500 de los accidentes con víctimas que se produjeron en el 2002 en Galicia.
Distribución más eficaz de los agentes.
Si Galicia tiene uno de sus lunares en los cruces, parece lógico pensar cuanto antes en una alternativa que evite la sangría de los últimos años. Y que sea ahí, en esas intersecciones, donde se centren los esfuerzos de las autoridades autonómicas, si no para eliminar de la red viaria esos puntos negros, sí para establecer en ellos una vigilancia más estrecha (con radares y presencia policial) por parte del futuro cuerpo gallego de tráfico.
Colaboración con los ayuntamientos.
Es una asignatura pendiente en Galicia. Pero en Cataluña ya está en marcha. Los planes del servicio de tráfico de la Generalitat tienen en cuenta a los ayuntamientos a la hora de diseñar campañas de prevención y operaciones salida. No hay que olvidar que en Galicia la mayoría de los siniestros ocurren en trayectos cortos, entre localidades cercanas, en los que tiene suma importancia la colaboración de las policías locales.