La cara de José María Tocino, cabo de los bomberos de Marbella, era todo un poema después de dejarse la piel en el servicio. "Se pasan más nervios aquí que en un accidente real. En la carretera estoy tranquilo, pero ahora soy todo adrenalina", relató. Al igual que el resto de participantes y tras entrenarse durante tres meses, José María tuvo que sacar un herido de carne y hueso del interior de un coche convertido en chatarra y después someterse al dictamen de un cónclave de jueces que analizó al detalle el salvamento...
Pero el espíritu olímpico fue el gran protagonista de los rescate. "No es una competición pura. Se viene a aprender. Es más un ejercicio formativo que acaba con un examen final", matizó Jesús Martínez Armesto, vicepresidente de la Asociación profesional de Rescate en Accidentes de Tráfico (APRAT) y miembro de la organización. Y el examen nadie lo suspende. "La evaluación es siempre constructiva", agregó Armesto.
Tras realizar su ejercicio, el equipo de Bombers de la Generalitat, capitaneado por Roger Llinars, se veía con opciones. "Los jueces nos han dicho que somos un equipo muy cohesionado y con un buen ritmo de trabajo. Que lo hemos hecho muy bien, vamos", sonrió Llinars.
David Pérez, del equipo de la Diputación de Alicante, también estaba contento con el resultado de su prueba aunque no se parecía a ningún siniestro de los que ha actuado en sus ocho años de bombero."Todos los accidentes son diferentes". José Soler, el sargento del equipo, muy satisfecho, destacó el realismo del escenario: "Sólo falta la sangre". E hizo un guiño: "Qué bien nos irían estas vallas en los accidentes de verdad, trabajaríamos mucho más tranquilos".
El oficial del grupo, Miguel Seguí, destacó que una cita de este tipo "es como un congreso: se aprenden nuevas técnicas y a la vez sirven de motivación".
Mientras los madrileños alababan la buena actuación de los Bombers de la Generalitat, los rescatadores de Logroño sacaban a su víctima del amasijo de hierros. "Despacio, despacio", repetía Michel. Cuando el herido fue evacuado sano y salvo, los bomberos del resto de parques rompieron en sonoros aplausos, un ritual que se repitió al final (siempre feliz) de cada rescate.?