La corriente "sistémica", que se ajusta a metodología de las ciencias y a la teoría general de los sistemas (concepción global y finalista de lo que es un sistema), sostiene que esa afirmación es sólo el efecto de una mala investigación, y que es muy rebatible, dado que obvia que las condiciones de las vías y su entorno, las de la señalización, los vehículos y las normas, también son causas reales de los accidentes cuando no se ajustan a las condiciones que ostentan los usuarios y a las que impone la Naturaleza para controlar el movimiento, el propio y el de los vehículos que usan.
Los "conductualistas", para hacer y sostener su afirmación, utilizan principalmente los datos procedentes de la investigación habitual de accidentes. Pero, como bien indica el Libro Blanco del transporte en la Unión Europea, esa investigación habitual o común, sólo se dedica a determinar responsabilidades (a buscar culpables) entre los usuarios implicados. No a esclarecer las causas reales, investigando los accidentes ajustándose a la teoría y a la metodología de las ciencias. Por ello la UE dice así:
"Necesidad de investigaciones independientes.
La explotación de las investigaciones realizadas con motivo de los accidentes plantea un problema. En la actualidad, el objeto principal de las investigaciones diligenciadas por las autoridades judiciales o las compañías de seguros es la reparación de los perjuicios causados por los accidentes y la determinación de las responsabilidades, en aplicación de códigos establecidos por el legislador. Sin embargo, estas investigaciones no pueden sustituirse a la necesidad creciente en Europa y Estados Unidos de disponer de investigaciones técnicas independientes, cuyos resultados se orienten hacia las causas de los accidentes y los medios de mejorar la legislación."
Y sin duda que los usuarios también son causa real de accidentes. Es muy triste ver a jóvenes, sin formar ni educar, haciendo estupideces con los ciclomotores, las motos y los coches; a conductores y conductoras bajo los efectos del alcohol, las drogas y fármacos; a locos que le pisan a gusto sin mirar siquiera por su seguridad. Eso y mucho más, es lo que hay atajar con educación y formación, control y vigilancia.
Pero, además, hay que tener en cuenta que esos sectores de la población (al igual que les sucede a los peatones mayores) son los más débiles, los que más accidentes sufrirán, porque precisamente por sus malas condiciones, son los que más fácilmente pierden el control de su movimiento, porque aún les impide más el poder compensar los problemas e incoherencias técnicas que se encuentran en las condiciones de la vía y su entorno, la señalización, las normas y los vehículos. Que ni las pueden solucionar los usuarios, ni se les puede atribuir a ellos las causas de los accidentes y las víctimas que tales condiciones producen, diciendo que los usuarios no se ajustan a ellas, como si fuera verdad que les es posible hacerlo en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia, y obviando que las personas tenemos tendencia a fallar.
Si el movimiento hay que equilibrarlo a las características del espacio, esas características condicionan la posibilidad del equilibrio del movimiento. Y ese razonamiento describe una pauta constante y necesaria, o sea, una ley de la Naturaleza que hay que respetar para hacer posible la seguridad del tráfico, facilitando a los usuarios el poder equilibrar el movimiento en todo momento y lugar de la vía, el suyo y el de los vehículos que usan, porque ya sabemos que tenemos tendencia a fallar.
En otras palabras: no se pueden hacer las cosas sin atender a los principios y pautas que impone la Naturaleza, y pretender que los usuarios (que están sujetos y condicionados por las leyes de la Naturaleza para equilibrar el movimiento) compensen las deficiencias técnicas en la vía y su entorno, la señalización, los vehículos y las normas.
Cuando una señal de ceda el paso o stop, se coloca fuera de la zona de atención visiva de los usuarios, sin atender a los límites fisiológicos y funcionales de la visión de las personas, lo difícil no será que alguien no lo vea o lo perciba tarde, porque eso será precisamente lo más probable y previsible, con el consiguiente accidente que ello producirá.
Cuando colocamos objetos y árboles en la vía sin control técnico, se taparán señales, con el consiguiente y previsible riesgo de percepción tardía y el accidente que ello producirá.
Cuando se hacen obras y no se señaliza con la coherencia y la prudencia necesaria (precisamente con la que indican las normas de señalización de obras) para que los usuarios perciban a tiempo lo que tienen que hacer, lo previsible es que alguien falle y se produzca un accidente, porque las condiciones están precisamente facilitando que eso suceda.
Cuando no existe la distancia de visibilidad necesaria, por mal diseño de la vía, por contenedores, por vehículos mal estacionados (solucionable con el diseño viario), árboles, carteles publicitarios y un sin fin de objetos que se encuentran en las vías técnicamente descontrolados, lo previsible es que se produzcan accidentes, porque ello impide el poder cumplir una de las leyes más esenciales que impone la Naturaleza en el funcionamiento del sistema viario: la seguridad del movimiento es, entre otras cosas, directamente proporcional a la distancia de visibilidad.
Y así podríamos continuar con una extensa lista de incorrecciones técnicas que no facilitan o impiden a los usuarios el equilibrio del movimiento, y que, por tanto, generan riesgo constantemente.
O sea, que los usuarios también causan accidentes, claro que sí. Pero, de eso a afirmar que son los principales causantes, va un largo trecho: el que media entre fundarse en la simple apariencia; o hacerlo en la compleja realidad del sistema viario.
Además, por eso mismo se deduce que la mejora técnica en la vía y su entorno y en la señalización, es una de las actividades que más rápidamente mejora la seguridad vial y que mejor rendimiento da para la sociedad en coste/beneficio, porque produce efectos en la seguridad en el mismo instante en el que se realiza y afecta a todos los sectores de población: a los viejos y a los jóvenes; a los borrachos y a los sobrios; a los locos y a los cuerdos, si es que podemos afirmar que lo estamos, porque no lo tengo muy claro.
Nota.
La corriente sistémica la representan expertos que han proclamado directa o indirectamente esa perspectiva, entre los más destacados se encuentran: Josef Stannard Baker en el ámbito de la accidentología vial, que ya en 1957 hablaba de las causas de los accidentes como los factores operativos (funcionales) que fallan; y Ezra Hauer en el ámbito de ingeniería vial, que no hace muchos años (Revista Rutas, 2000) hablaba de que se podían diseñar las vías para disminuir la frecuencia de los fallos que producen los accidentes, y minimizar sus consecuencias en el caso de que se produzcan.
Luis M. Xumini.
Experto en investigación de accidentes y seguridad vial.